(Mario Montes, Director de
Diario Reacción Chilena)
Libertinaje desatado,
por Mario Montes.
Grupos minoritarios,
grupúsculos casi insignificantes, de estudiantes universitarios y secundarias,
bajo la excusa de un supuesto deseo de mejorar la educación, están realizando
actividades violentas, tomas de locales por la fuerza o manifestaciones, con
las que limitan la libertad de quienes quieren cumplir con su obligación de
estudiar para prepararse a ser los fututos dirigentes de la Nación.
Un fenómeno similar
se manifiesta en el gremio de los docentes, en el que una parte de los
afiliados al Colegio de Profesores, regido por un inmoral autócrata, Jaime
Gajardo, con un pretexto similar al que plantean los estudiantes, quieren
impedir que sus colegas hagan clases, que se perfeccionen y que se derogue en
inmoral estatuto que les convierte en dueños de la educación.
Para mejorar el
sistema educacional, lo que ciertamente no se consigue entregándolo a la
burocracia Estatal, se requiere el
concurso simultaneo del Ministerio del ramo, que debe fijar contenidos acorde a
los tiempos y fiscalizar los cumplimientos programáticos y administrativos, de
profesores preparados y ciertamente de estudiantes que quieran estudiar.
Los planteamientos de
la FECECH, que ciertamente agrupa a los privilegiados del sistema, de la ACES,
que, a nuestro entender solamente intenta obstaculizar la modernización de la
educación, por una concepción estatista retrógrada, y del Colegio de
Profesores, son voladores de luces con los que se pretende mantener privilegios
y obtener beneficios políticos de la mala educación que tenemos.
Por decirlo de una
manera sencilla nos parece insólito que al único Gobierno que realmente ha
hecho algo por mejorar la educación, en más de 20 años, se le ponga todo tipo
de trabas, inclusive las mal intencionadas que le quieren hacer fracasar en
búsqueda de un miserable beneficio político, usando la necesidad de un cambio
como formula retardataria para impedirlo.
Pensamos que la Administración
de Piñera debe poner mano firme contra los desmanes liberticidas con que unos
pocos quieren imponer a la sociedad un esquema político, por medio de un
chantaje violentista, que ha sido rechazado por la mayoría de la ciudadanía y
que ha fracasado en todas partes del mundo donde se ha intentando implantarlo,
ciertamente por la fuerza.
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