Cómo entender la aplanadora
Sergio
Melnick.
Son sólo tres meses de Gobierno, y
el escenario nacional se ha complejizado más allá de lo prudente. Por cierto
Bachelet se ha ganado legítimamente el derecho a Gobernar, pero no para borrar
todo lo que se hizo antes, como lo está haciendo, en base a una mayoría
circunstancial.
Chile ha sido, sin duda alguna, el país más
exitoso de América Latina en los últimos 30 años. Tanto es así que, por
paradójico que parezca, en la última elección Presidencial, el tema de la
pobreza no fue siquiera tocado, y pasamos a discutir la desigualdad que tiene
otro tenor, otra urgencia y otros parámetros. Somos hoy, de acuerdo a lo
anterior, un país de clase media emergente y dominante. Es cierto entonces que
Chile cambió, pero lo hizo para bien, lo hizo excelente, alejándose de la
triste realidad de muchos países en desarrollo con círculos viciosos de pobreza
e inestabilidad.
Entonces, lo que corresponde en nuestro país no
es un borrón y cuenta nueva (que uno de los ideólogos del Gobierno, y muy poco
clever, designa como la retroexcavadora), sino reforzar aquellas cosas que
funcionan, ir corrigendo los temas pendientes, y abordar aquellos asuntos
propios del siglo XXI que antes no se conocían, especialmente los derivados de
la ciencia y tecnología, la globalización, el medio ambiente, la mujer y otros.
Lo que lamentablemente vemos es un Gobierno que
desconoce todo lo previo a éste, que denosta a sus adversarios, y que quiere
hacer grandes reformas estructurales en muy poco tiempo, como si todo estuviera
mal. Bachelet desconoce así 20 años de exitosos Gobiernos de la Concertación a
la que ella misma pertenece y a su propio Gobierno anterior. Insólito por decir
lo menos.
Nada hay peor en el desarrollo de un país que
Leyes exprés, improvisadas, no debatidas adecuadamente. Esto hace que se cambie
la razón por la ideología, el diálogo por las pasiones, la prudencia por el
impulso. Así empieza la polarización. Eso genera un muy mal pronóstico.
En la manera de Gobernar con aplanadora, se
solicitan recursos adicionales pero sin explicar exactamente cómo se
utilizaran, sólo ideas generales. Pero, ¿serán gasto o inversión? Nadie lo
sabe, no se ha documentado, no se han mostrado estudios ni justificaciones,
menos criterios de evaluación posterior. El gasto nuevo anunciado es
simplemente impresionante: US$500 millones en bonos comprometidos a
perpetuidad, US$50 millones en transporte escolar de vacaciones a perpetuidad,
unos US$100 a 120 millones en dos universidades que salen del sombrero sin
estudios que la respalden, así como 5 centros técnicos que podría costar otros
US$100 millones, antes de empezar a operar. US$450 millones le llegan al Banco
Estado, y US$400 millones a la ENAP, así como varios miles de millones de
dólares a Codelco. También hay nuevos Ministerios, miles de nuevos funcionarios
públicos, Carabineros y policías. Se han comprometido US$1.500 millones para
una agenda de productividad, US$4.000 millones para hospitales (sin indicar
cuánto costará y cómo se financiará la operación). Se estima que unos US$5.000
millones se ocuparán en comprar los edificios de colegios existentes, un error
garrafal de política educacional. Unos US$2.000 o más millones podría costar la
gratuidad escolar, y quizás unos US$3.500 a US$5.000 millones la gratuidad
universitaria. Los colegios Municipales pasarán al Gobierno central, pagando o
asumiendo las deudas de estos Municipios que son decenas, quizás centenas, de
millones de dólares. Para su administración a nivel nacional, se hará una
especie de segundo Ministerio de educación con oficinas centrales, Regionales y
Provinciales, para controlar estos miles de colegios, y que costará decenas o
centenas de millones de dólares al año que no llegan a la sala de clases; pero
no sabemos cuánto, ya que no se ha entregado estudio ni estimación alguna.
Cuando ello ocurra habrá que financiar todo eso, sí o sí. Se construirán
también cientos de salas cunas por cientos de millones de dólares. También se
hará una AFP Estatal que serán varias decenas de millones de dólares, una
entidad absolutamente innecesaria, de la que no se conoce estudio alguno de
viabilidad. Asimismo, se ofreció un nuevo puerto Estatal que costará otros
cientos de millones de dólares.
Por si todo lo anterior fuera poco, se anuncian
US$1.000 millones adicionales al Transantiago, un plan de mejoras del
transporte en las tres ciudades siguientes que no podrían costar menos de unos
U$1.500 millones. Si costara menos, sería sólo demagogia. Además, se anunciaron
planes de desarrollo Estatales para las Regiones extremas, cifra que para tener
seriedad debiera andar en miles de millones de dólares. También se duplica el
fondo de pesca artesanal, los fondos de desarrollo regional, y así hay muchas
otras iniciativas largas de detallar. Todas estas son “ideas” generales,
ninguna detallada, sin estudios que las respalden. No por nada la
Diputado Girardi señaló en la Cámara que ésta era sólo la primera reforma
tributaria, porque no sería suficiente.
Curiosamente, no hay una sola palabra sobre
calidad de educación, tampoco sobre ciencia y tecnología, menos de
modernización del Estado. A la par se castiga el ahorro y la inversión privada,
sin que nadie entienda exactamente cómo se van a producir los recursos para
financiar esta verdadera hemorragia de gastos.
Tenemos algún precedente de esta manera de
gastar. Todos los Gobiernos de la Concertación fueron prudentes en el ejercicio
Fiscal, menos Bachelet y Velasco. La dupla aumentó el gasto año tras año mucho
más allá del crecimiento, llegando a un promedio de aumento del 10.5% anual,
con una tasa de crecimiento del 3% promedio. Ésas son las cifras. Gastaron más
de tres veces lo que produjeron, se gastaron la mitad del fondo del cobre de la
época, y entregaron el país con un déficit Fiscal de más del 3.3% del PIB. ¡Qué
tal!
Todo esto ocurre en una economía que se
desacelera, apuntando quizás incluso a menos del 3% de crecimiento el 2014. El
impuesto a las empresas pasará del 20% al 35%, lo que es simplemente brutal,
aunque sea gradual en tres años. Los empresarios, de acuerdo a las expectativas
racionales, ya se empiezan a ajustar parando proyectos, desvinculando personas,
bajando costos, apretando los contratos, todo lo cual llega a la PYME. A esa
economía se le quiere sacar US$8.200 millones por año, y el Ministro dice que
no afecta el crecimiento ni el empleo. Se equivoca de pleno. Lo han criticado
los ex Ministros de la propia Concertación. Lo más probable es que nunca logre
recaudar esa cifra, pues el proyecto es muy voluntarista. Eso significa que
empezará a aumentar el déficit Fiscal sistemáticamente, ya que el gasto ya
habrá sido aprobado. Volverá a aparecer la pobreza, lo que demandará nuevos
recursos y así empieza el ciclo negativo, propio de los países mal
administrados. El Gobierno, sin argumentos y sin querer discutir, rechaza toda
crítica como política del terror. Recuerdan que en el período de Aylwin se hizo
una reforma de similar magnitud y no pasó nada. La verdad es diferente. Aylwin
creció al 7.7% anual por el impulso. Frei sólo lo hizo al 5.4%, Lagos al 4.4%,
y Bachelet al magro 3%. ¿No pasó nada?
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