Los patines y
la educación de Eyzaguirre,
por Gonzalo Müller.
El Ministro Eyzaguirre encontró una imagen para
reflejar lo que inspira la reforma educacional presentada por el Gobierno: los
patines. A su juicio, el problema de la educación escolar en Chile se puede
resumir en que hay jóvenes que van en patines a alta velocidad y otros a pie
pelado, por lo tanto, lo primero es bajar de los patines a los que van muy
rápido.
Es difícil de creer, pero la brutal honestidad
del Ministro de Educación deja poco espacio a la duda: la decisión es nivelar
hacia abajo, pues que nadie pueda acceder a algo mejor es más importante que
asegurar y garantizar a todos una educación de calidad. Se trata de bajar de
los patines a los alumnos que, en su opinión, gozan del injusto privilegio de
una educación mejor, desconociendo el esfuerzo y el derecho de sus padres a
darles algo que el Estado no ha sido capaz de ofrecer.
Bajo esta lógica, podemos entender que el
primer paquete de reformas apunte a limitar, sino derechamente a entorpecer, el
trabajo de los colegios particulares subvencionados. Si se buscara asegurar una
verdadera igualdad de oportunidades, el debate y la reforma estarían centrados
en la calidad y no en la compraventa de infraestructura.
Peor aún es que la reforma desconfíe de los
padres y de sus decisiones. Lo que el Ministro persigue es bajarlos de los
patines también a ellos, desconociendo su derecho a elegir la educación de sus
hijos, en base a que no todos lo podrían hacer o a que no estarían accediendo a
información que les permita tomar una buena decisión. Así, en vez de avanzar en
garantizar a todos los padres el derecho a elegir, se prefiere limitarlo o
negarlo a quienes lo han obtenido por su propio esfuerzo. Nuevamente, nivelar
para abajo.
Las fallas en calidad de nuestro sistema
educacional son evidentes, por eso no extraña que más del 60% de las personas
quiera una reforma educacional, pero Eyzaguirre sigue centrando su discusión en
la propiedad de los colegios y nunca en cómo mejorar la calidad que ofrecen
todos los establecimientos.
La base de la lógica igualitaria que soporta
ideológicamente esta reforma es ineludiblemente lo que ejemplifica el ministro:
partir por nivelar hacia abajo, sin importar que los costos de este experimento
social sean asumidos por los estudiantes y familias de clase media que estudian
en la educación particular subvencionada. El problema del Mineduc es que los
actores sociales de la educación no sólo no comparten su visión sobre el
problema, sino que van notificándose de que sólo en la medida en que ejerzan su
derecho a oponerse a estos cambios lograrán influir en que no se afecte lo que
ellos consideran una buena elección educacional para sus hijos.
Los chilenos se merecen que el Ministro de
Educación destine la pasión que derrocha en defender la ideología de su
reforma, a pensar y a ponerse en el lugar de los padres y niños a los cuales
está afectando. El ideal de la educación al que debemos avanzar es que todos
tengan patines, no que todos anden a pie pelado.
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