Gremialismo, qué
importante,
por Gonzalo Rojas Sánchez.
Un gremialista ha ganado la elección
de la FEUC. La noticia parece de hace 45 años, pero en realidad está fresquita,
es recién del jueves pasado. No se trata de Ernesto Illanes, ni de Javier
Leturia, próceres del gremialismo fundacional, sino de Ricardo Sande, alumno de
Derecho en este 2014. Podría ser su hijo menor, incluso, en una de esas, su
nieto mayor.
Han pasado más de 48 años desde que
la andadura gremialista diera sus primeros pasos en la Católica. Y, a
diferencia del MIR, que hoy es un pequeño grupúsculo en Concepción; del MAPU,
que se disolvió por completo en el PS, y de la vetusta Falange, que lleva ya
décadas deambulando por el desierto, el Movimiento Gremial vive una nueva hora
de juventud.
¿Fue la UDI la que ganó la FEUC? De
ninguna manera. Los gremialistas universitarios nada tienen que ver con el
partido al que la prensa rotula del mismo modo. ¿Fue acaso la centroderecha la
que obtuvo más del 53% de los votos? Por cierto que no: muchos gremialistas
miran con desdén la estructura actual de la Alianza.
¿Quién es el verdadero vencedor,
entonces? Puestos a personalizar, Jaime Guzmán; puestos a conceptualizar, el
sentido común.
Si me dijeran que Arturo Alessandri
inspira hoy un movimiento estudiantil, que Luis Emilio Recabarren actualmente
mueve juventudes, que Eduardo Frei moviliza todavía a la patria joven, exigiría
que fuesen los propios alumnos los que lo atestiguaran. Y no lo harían. Esas
figuras bien del pasado son: casi nadie las cita ni busca emularlas.
Por el contrario, de Jaime Guzmán
hablan todos los gremialistas hasta hoy. Lo prodigioso de su persona es que
pertenece tanto al presente como al futuro, porque encarnó el sentido común,
cualidad que rebasa los tiempos y los espacios, las estructuras y los esquemas.
Si a Guzmán lo mataron los frentistas, hoy a Guzmán lo reviven los
gremialistas. Frentistas y gremialistas. Esa es la única disyuntiva vital
-mucho más que política- que tiene la juventud en Chile hoy. Son dos visiones
radicalmente distintas de la vida y de la muerte, de la sociedad y de Dios, de
la universidad y de la política. (Hasta podría calificarse de gremialista la
actitud de tantos miembros de la Arcis que repudian la desfachatez con que el
PC se involucró y dañó a esa universidad.
Es cierto que por fin en esta
elección a FEUC -en primera vuelta- compitieron las cinco listas que hemos
propuesto como el auténtico espectro de opciones políticas en Chile: en la
izquierda, los duros de variadas calañas (autónomos, anarquistas, comunistas);
hacia el centro, los revolucionarios demócratas; a mitad de camino, los
liberales; a su derecha, los socialcristianos de Solidaridad; y en la
vanguardia de las convicciones fuertes, los gremialistas.
Sin quererlo, sin buscarlo, los
estudiantes de la Católica han señalado el rumbo para los alineamientos del
futuro en Chile. Dos izquierdas, un liberalismo basculante, y dos derechas, la
socialcristiana y la conservadora. Ahí las izquierdas harán sus alianzas y
buscarán el apoyo de liberales y socialcristianos cuando les parezca oportuno.
Estos dos últimos grupos, se podrían sumar a los conservadores, sin
contaminarlos, si llegan a convenir en diversas materias: a veces liberales y
conservadores podrán confluir en lo accidental; muchas veces conservadores y
socialcristianos lo harán en lo fundamental. Y, de paso, todos los liberales
podrán juntarse en paz: es lo que ya comienza a insinuarse con los vínculos
entre Velasco y Amplitud.
Muy importante: mientras en la
principal universidad del Estado apenas votó el 45% de los alumnos, en la mejor
universidad del país el 65% que sufragó comenzó a marcar un rumbo distinto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario