Otro bombazo y una
víctima fatal.
Durante la noche de ayer estalló, junto a una casa del barrio Yungay, un
artefacto explosivo que, según el Fiscal Claudio Orellana, quien trabaja con
dedicación exclusiva en la investigación de este tipo de hechos, sería de
fabricación casera y elaborado con pólvora y otros componentes similares a los
de otros casos recientes, pero con diferencias que hacen dudar de una relación
directa con ellos. Sin embargo, este episodio reviste una gravedad especial
porque provocó heridas y, en definitiva, la muerte de un joven, de quien hasta
ahora se ignora si portaba la bomba, si, como parece, trató de manipularla o
bien fue una víctima casual al haber pasado en ese momento por allí.
Obviamente, falta todavía la información necesaria, de la que ojalá se disponga
pronto y podrá además calificar el carácter del hecho desde un punto de vista
penal, así como la eventual vinculación con ello del afectado.
No sería la primera vez que alguno de la larga serie de bombazos de los
últimos años en la capital tiene como éste consecuencias fatales para su autor,
pero cualquiera sea la naturaleza que se establezca en definitiva para este
acto, el actual temor ciudadano, que en gran medida creció por los ataques en o
cerca de estaciones del metro, se verá incrementado ante un desenlace letal.
Con independencia de si se trata o no de la misma arremetida de un determinado
grupo de delincuentes, tiene razón la Alcalde Carolina Tohá al señalar que el
centro de la Comuna de Santiago, donde han ocurrido muchos de estos atentados,
es muy vulnerable en esta materia por su visibilidad y simbolismo, a lo que
habría que agregar también lo que hemos demorado como sociedad en reconocer la
virulencia de este nuevo mal y que ahora nos exige una preocupación permanente.
Michelle Bachelet viene llegando de su viaje a la ONU, donde insistió en
que, no obstante estos “actos aislados”, Chile sigue siendo un país seguro y
estable, condición que en verdad hoy está en juego día a día. Desde luego, un
asunto relevante en ese foro ha sido este año el del terrorismo internacional,
contra el cual el Presidente Obama está empeñado en conformar una gran (y
difícil) alianza, y la propia Mandataria chilena destacó en el Consejo de
Seguridad la urgencia de una acción oportuna y eficaz. Existe el peligro real,
avalado por datos concretos, de que en el anarquismo local haya asimismo lazos
con grupos que operan en otras naciones y le sirven de modelos.
La labor policial y del Ministerio Público que hoy se realiza por los
casos terroristas recientes se ve bien orientada y el Ejecutivo ha asumido una
posición correcta, que debería traducirse en reformas legales y acciones
judiciales acertadas. Sin embargo, la tarea es dura y es indispensable que las
autoridades de todos los poderes del Estado cumplan con rigor sus funciones,
entendiendo claramente la magnitud del problema y la ausencia de límites en el
uso de los peores medios por parte de esta nueva forma de subversión que
desprecia la democracia y ataca las instituciones. En especial, es el Gobierno
el que requiere afinar sus estrategias y, ya que reconoció el desafío del
terrorismo, no cejar en su persecución, porque son la paz social y los derechos
más elementales de la población pacífica los que están seriamente amenazados.
Nota de la Redacción:
Anoche
se produjeron dos atentados en La Araucanía que claramente desmienten las
expresiones de la Presidente Bachelet en la ONU, donde aseguró que eran “actos
aislados”, en el primero sujetos
embozados y armado quemaron cuatro camiones, en el segundo balearon a un bus
que transportaba unos 50 pasajeros.
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