El disparate
del barril sin fondo,
por Alberto Medina Méndez.
Algunos acontecimientos aislados de la política
cotidiana plantean cada tanto la discusión casi absurda que se sustenta en la
opinión, fuertemente arraigada, de que los recursos son ilimitados. En ese
contexto, proliferan discursos que instalan la visión de supuestos
merecimientos por el esfuerzo que realizan los individuos sin recibir la gratificación
adecuada.
Bajo esta exótica forma de razonar, algunos
creen haber hecho méritos suficientes y suponen que ese esmero los sitúa en un
pedestal ante la sociedad, que sin importar el modo, los debe compensar,
eufemismo utilizado para reclamar una retribución económica superior a la
actual.
Con cierta descarada actitud, escasa modestia y
una inocultable arrogancia, ellos mismo elogian su propia tarea, destacan su
valía y con esas razones, poco objetivas por cierto, demandan ser
jerarquizados, respetados, léase bien remunerados. Este fenómeno se presenta
con diferente intensidad y argumentos según sea el caso de personas que
desempeñan su labor en la actividad privada o como servidores públicos.
Quienes desarrollan sus quehaceres en el ámbito
privado tienen la intuitiva percepción de que rigen determinadas pautas que
vinculan su escala de compensaciones con el eventual éxito o fracaso de la
empresa de la que forman parte. Si los vientos son favorables tienen chances de
mejorar su situación salarial. Por el contrario, cuando los negocios no
encuentran su rumbo, saben que su empleo puede hasta discontinuarse.
Una clase especial de personajes, como el
trabajador independiente, el emprendedor, el profesional, esos que hacen de su
oficio su forma de vida, advierten que si todo resulta, ganarán; pero si no
sale tal cual lo previsto no tienen siquiera su supervivencia asegurada. Todos
los meses arrancan desde cero, sin certeza de cómo funcionará y asumen con
naturalidad que sus riesgos son incalculables y que casi nada está asegurado.
En el sector Estatal las reglas parecieran ser
otras. Cierta creencia popular afirma que TODOS merecen cobrar más y que
siempre están mal pagados. Es como si esas actividades tuvieran un aura
especial por la que policías, médicos, enfermeros, docentes y cualquier otra
ocupación dentro del Estado fuera un apostolado, un sacerdocio, una cuestión
meramente vocacional. La Legislación los protege de modo diferencial, son
inamovibles y tienen derechos especiales como la prerrogativa de no ser
despedidos porque gozan de una estabilidad laboral plena, pudiendo jubilarse en
esos puestos.
Una teoría de gran aceptación, sostiene la
ridícula idea de que el Estado puede pagar cualquier cosa, como si el mismo
dispusiera de recursos ilimitados, de un don celestial por el cual reproduce el
dinero que precisa para abonar lo que sea. En ese esquema los políticos que no
aumentan sueldos a Estatales son los malos de la película y los que lo hacen
son dirigentes con sensibilidad social. En realidad solo se trata de asumir con
responsabilidad la gestión de administrar los recursos de los contribuyentes.
Es importante cuestionar esta concepción por la
que todos los trabajadores Estatales tienen "legitimo" derecho a
solicitar incrementos en sus remuneraciones, solo porque "no les
alcanza" y "se merecen", siendo imprescindible derribar el mito
del Estado que dispone de fondos infinitos.
Por obvio que parezca, algunos aún no han
aprendido que las arcas públicas se nutren de impuestos, que son detraídos
coercitivamente cuando el Estado se queda por la fuerza con una parte, cada vez
más importante, del fruto del esfuerzo de los individuos. Pero también se
financia con endeudamiento, cuando el insensato Gobernante de turno, decide
gastar dinero que no tiene ahora, endosándole a las generaciones venideras la
carga de abonar esa deuda contraída. Y claro está, cuando lo anterior ya no
alcanza, los funcionarios que haciendo uso de la potestad jurídica de emitir
moneda en cualquiera de sus formas, acuden a la reproducción de dinero
artificial, ese mecanismo que genera la inflación que todos padecen.
Mientras no se sincere el debate, se seguirá
repitiendo en público lo políticamente correcto, afirmando demagógicamente que
todos merecen cobrar más, que se gana poco y que los empleados Estatales
deberían ser mejor compensados. Se debe abordar la cuestión de fondo para
entender que las ingresos solo aumentan genuinamente cuando vienen de la mano
de la mayor productividad. Mientras tanto se seguirá girando en círculos, sosteniendo
ideas que no se condicen con la realidad, y que desilusionan cíclicamente hasta
que se advierta que la "fabrica de dinero" tiene un costo y que, como
decía un controvertido economista, "en economía se puede hacer cualquier
cosa, menos evitar las consecuencias".
Defender ideas equivocadas no es gratis. No es
una cuestión reflexiva o filosófica. Cuando se sostienen principios erróneos se
toman decisiones desacertadas y el desenlace es predecible. El despilfarro Estatal,
la irresponsabilidad en la administración de la cosa pública y la inflación son
absolutamente indisimulables, pero todo esto sucede porque la ciudadanía sigue
creyendo mayoritariamente en el disparate del barril sin fondo.
2 comentarios:
"La Legislación los protege de modo diferencial, son inamovibles y tienen derechos especiales como la prerrogativa de no ser despedidos porque gozan de una estabilidad laboral plena, pudiendo jubilarse en esos puestos."
Aquí hay un error garrafal por parte del columnista. de acuerdo a las leyes del estado una persona si puede cesar en su cargo por las siguientes causales:
- fallecimiento
- Renuncia
- Destitucion (por medida disciplinaria como resultado de un sumario administrativo así como también por calificacion deficiente, lo cual es 1 año en lista 4 y 2 años consecutivos en lista 3)
- Jubilacion: por edad o salud no recuperable o incompatible con el cargo que desempeña
Ley 18.834 Estatuto Administrativo
Ley 18.835 Estatuto Administrativo para funcionarios municipales.
José. el columnista es argentino y se refiere a lo que sucede en su país....
Publicar un comentario