No más indefensión ni
impunidad en La Araucanía,
por Alejo Apraiz. (*)
Tras meses de espera y de aplazamientos, se inició la semana pasada el
juicio por el caso Luchsinger-MacKay, una instancia donde esperamos que las
autoridades Judiciales tengan la valentía y la eficacia para condenar a los
culpables de este horrendo crimen. Se trata de brindar Justicia a los
familiares de este matrimonio asesinado, lo cual será también una luz de
esperanza para todas aquellas personas que hemos sufrido la violencia, el miedo
y el hostigamiento en nuestra Región de La Araucanía.
Las víctimas de la violencia en esta zona del país nos sentimos
abandonadas por las autoridades y la sociedad civil, pues existe nula
valoración por el daño material y sicológico que sufrimos día a día. La
decepción nos llena de incertidumbre y nos limita en nuestras labores, porque
no vemos una salida.
Cuánta impotencia sentimos al ver que aquellas instituciones que velan
por los derechos humanos, sólo se preocupan de defender a los que dicen luchar
por reivindicaciones históricas, olvidando a los que estamos pagando
injustamente los errores del Estado chileno y que tenemos que sufrir no sólo
pérdidas materiales, sino, lo que es peor, la tranquilidad y la seguridad. O
sea, hemos perdido el legítimo derecho a vivir en paz.
Como habitantes de esta Región estamos conscientes de las demandas y de
los derechos del pueblo mapuche, pero esto no se consigue a través de la violencia de grupos radicalizados que usan a
esta etnia para cometer actos terroristas que dañan a familias enteras, a
hombres y mujeres de trabajo que sólo quieren salir adelante y progresar. No
somos los responsables de esta problemática que se arrastra de siglos, es el
Estado el que debe generar una política indígena que garantice el imperio de la
Ley y que no haga consideraciones discriminatorias de ningún tipo.
En el caso de las víctimas de la violencia, tenemos el derecho a ser
indemnizados por este profundo dolor y daño que nos ha tocado sufrir
injustamente. Tenemos el derecho a ser compensados económicamente, debido a la
merma de nuestros ingresos ocasionada por los innumerables atentados
incendiarios que han destruido nuestras casas, campos y herramientas de
trabajo.
Es el momento de decir “¡Basta!” y de terminar con un conflicto
artificial avalado por un Estado que, al parecer, se ha subordinado a la
violencia, premiando a veces a quienes más daño han causado. Los habitantes de
La Araucanía, y en especial, las verdaderas víctimas de la violencia, no
merecemos estos maltratos, pues ante todo necesitamos Justicia, seguridad y
paz.
(*) Alejo
Apraiz es el Presidente de la Asociación
de Víctimas de Violencia Rural.
(Tomado de Diario La Segunda)
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