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viernes, 29 de octubre de 2010

La agenda perdida, por Sergio Melnick.

La agenda perdida,

por Sergio Melnick.



2010 ha sido un año históricamente notable. La gran crisis de 2009 se esfumó, el Gobierno cambió de mano después de 20 años, un terremoto terrible alteró el curso de todas las cosas, la roja llegó al Mundial, hubo un gran discurso del 21 de mayo, giras maratónicas por el mundo, el Bicentenario, el cura Karadima, la gran odisea de los 33, ahora la muerte de Kirchner... ¡Hasta el Canal 13 cambió de dueño! Es demasiado. Pero el año ya está casi ido. Navidad y año nuevo atraerán las energías que queden después de los mineros y el presupuesto 2011, y luego lo harán las vacaciones. Tampoco cabe descartar que aparezca otro de estos eventos de baja probabilidad y alto impacto que alteran la historia de los países.



En ese contexto, ha sido literalmente imposible administrar una agenda nacional ordenada, e incluso instalar adecuadamente el Gobierno. La hoja de ruta del 21 de mayo se olvidó en el tráfago.



La oposición cambió a sus dirigentes, menos a uno donde no hay mucho donde elegir, y está dedicada a reinventarse, pero con muy poco éxito aún. Los últimos dos gobiernos de la Concertación se movieron sistemáticamente a la izquierda y arrasaron con un millón de votos de la DC, que ahora busca reposicionarse y quizás hasta honrar su noble apellido de “cristiana”. Walker, sin embargo, no parece tener la fuerza necesaria: Orrego le gana en protagonismo, Alvear cala más profundo, el “Gute” sigue roncando, Pizarro es un francotirador. El PS se desperfiló. Andrade aún no muestra la mano y los coqueteos son todos para el PC; parece que Escalona sigue al timón, pero bajo la cubierta. Tohá va a la deriva: trata y trata pero no logra, porque Girardi, pareciera, sigue siendo la figura central, lo que es de muy mal pronóstico. ME-O desapareció sin dejar rastro, pero anuncia su llegada a la presidencial. El PRSD va por ahí soñando con los años 50. Luis Riveros esta semana, en una entrevista de TV, dijo que de sus tres grandes amores de la vida —la Universidad de Chile, la masonería y su país— ya ha presidido dos y sólo le falta uno. Gómez tiritó. El mareo de altura ha existido siempre.



Así, la Concertación trata afanosamente de entender cómo se hace oposición, mal acostumbrada ya a mandar. En ese afán, Piñera le va quitando una a una sus banderas, y además las gestiona con excelencia. ¿Qué le queda? Quizás sólo su pasado. Desafortunadamente para ellos, el juego es de futuro.



En el otro lado, la Coalición por el Cambio se achicó a la Alianza. También debe encontrar su propio equilibrio y manera de gobernar. Hasta aquí, sin embargo, no lo logra bien. Las diferencias emergen una y otra vez, y muchas veces de manera ácida. Piñera debe evitar el error de Bachelet, quien despreció a los partidos por 3 años, y eso le costó muy caro: destrozó a la Concertación, al punto de perder las elecciones.



Cuando la economía va con viento de popa, las urgencias disminuyen, la paciencia aumenta, el invierno molesta menos. Casi todos están contentos, el futuro se ve mejor. Pero eso no basta: la agenda está desordenada. Es el momento de ordenar, porque el período de gobierno es muy corto y el primer año está técnicamente “gastado”.



Navia le advirtió a Piñera que el primer año era crítico para las grandes reformas; después, todo es cuesta arriba. Pero las emergencias se tragaron la agenda de 2010. El año 2011 será entonces crucial y Piñera tendrá un alto capital político para invertir. Para hacer tortillas hay que quebrar los huevos. Debe hacerlo y olvidarse de las encuestas, porque en 2012 ya vienen las municipales y eso hace muy difícil gobernar en Chile. Y para qué hablar después, con la presidencial.



Si yo tuviera que elegir 4 temas, serían los siguientes: reforma seria a la educación superior, verdadero eje del sistema educativo, apoyada con un esfuerzo serio en ciencia y tecnología; descentralización de verdad, incluyendo lo político, lo económico, el proyecto potencia agroalimentaria, y tratar de sacar un millón de personas de Santiago; terminar la batalla final contra la delincuencia; y modernización del aparato estatal de verdad, que incluye hacer más entes autónomos, reducir algunas instituciones, reingeniería de muchas, digitalizar e integrar todo, ventanilla única etc.. De pasadita puede dejar al país iluminado digitalmente, pero eso es bonus track.



No es que el Gobierno no haga nada: hace demasiado. Pero si no se focaliza en algunas “naves madre”, como diría Villegas, la suma de los muchos pocos, aun bien ejecutados, no hará la historia que busca.


jueves, 28 de octubre de 2010

Lloramos por ti Argentina, por Mario Montes.


Lloramos por ti Argentina, por Mario Montes.



No es muy corriente que muera de muerte natural un hombre de 60 años, que además es el líder de una coalición de Gobierno que ha estado presente en la política de un país por más de seis decenios de manera casi ininterrumpida, aunque con mutaciones increíbles en sus planteamientos.


Ayer falleció el ex Presidente de la Nación Argentina Néstor Carlos Kirchner Ostoić, que desempeñó también los cargos de Intendente de Rio Gallegos, Gobernador de la Provincia de Santa Cruz, en la actualidad Diputado por la Provincia de Buenos Aires, Presidente del partido justicialista y Secretario General de UNASUR.


En 2003 llegó a la Presidencia de la República, en una segunda vuelta o balotaje que no se realizó por la renuncia de Carlos Saúl Menem, que aunque ganador de la primera vuelta con el 24,3% de los sufragios, lo que convirtió a Kirchner en el Primer Mandatario habiendo sacado sólo un 22% de los votos.

El período Presidencial de Kirchner denotó un fuerte crecimiento del PIB, con un 8% anual, obtenido por una fuerte depreciación de los salarios y sostenido por el alto precio de los cereales y granos, principales productos de exportación de la Argentina.



El “exitoso” Gobierno de Kirchner hizo crecer fuertemente las reservas internacionales de la Nación, logró rebajar la tasa de desempleo a una cifra cercana al 10%, sin embargo entregó el poder con la misma cantidad de personas en la pobreza, un 33,5%



El canje de la deuda, provocado por el default del año 2001 fue un simple robo a los ahorristas internacionales, es especial a los Jubilados italianos, a los que simplemente no se les pagó los bonos de la deuda pública, ofreciéndoles el pago de una ridícula fracción de sus valores.



Kirchner, a pesar de haber logrado el control de ambas Cámaras de Congreso, Gobernó autoritariamente saltándose al Parlamento y a las Leyes utilizando permanentemente los decretos de necesidad y de urgencia, transformando al Ejecutivo en el gran Legislador del país.



La Administración kirchnerista se caracterizó por una brutal persecución a quienes participaron en los Gobiernos Militares, desatando una feroz persecución y una venganza ciega, posiblemente recordando sus tiempos de terrorista Montonero, realizando en este empeño ilegalidades varias.



En los aspectos internacionales no dudó en agredir a sus países vecinos, como Uruguay, contra el que desató un conflicto internacional al permitir el bloqueo de los puentes internacionales que interconectan a ambos países, apoyando implícitamente a los “piqueteros” que tensionaban la relación bilateral.



Con Chile tuvo la desfachatez de desconocer los contratos firmados y vigente por los que Argentina se comprometía a abastecer al país de gas natural, provocando, en pleno invierno, una situación compleja para los chilenos y dificultades Diplomáticas entre ambos países.



Durante la Administración kirchnerista se empoderaron las mafias sindicales, que siempre han sido poderosas, y los “piqueteros” se transformaron en una especie de fuerza de choque, como fueron los descamisados en la dictadura de Perón, del partido Gobernante.



Los escándalos pecuniarios fueron la tónica permanente del Gobierno de Kirchner, recordamos el caso Skanska, en el que hubo pagos irregulares y comisiones ilegales o el caso de la Ministro de Economía, a la que se le encontró en el baño de su despacho bolsas con dinero que la llevaron a renunciar.



El Gobierno de Néstor Kirchner extremó las divisiones internas argentinas, sembró el país de odiosidades, tuvo una ingrata cercanía con el tirano de Venezuela, en su intento por hacerse del poder total e instaurar en el país trasandino una nueva dictadura peronista.



Resumiendo Kirchner fue el arquetipo del populista bolivariano, que con palabras edulcoradas convencía al pueblo que trabajaba en su favor, pero solo intentaba establecer su autocracia propia y llenarse los bolsillos, como lo demuestra el impresionante aumento de su fortuna.



Como dijimos ayer, no nos alegramos de la muerte de nadie, e incluso rogamos a Dios por que le perdone sus tropelías, pero sin duda para la Nación Argentina y sus posibilidades de reencontrar el camino señero que perdió, debe ser un gran alivio su fallecimiento.



Lloramos por ti Argentina porque merced a malos Gobiernos, con pésimas Administraciones, dejo de ser un país importante en el concierto latinoamericano y mundial, para quedar con su pueblo sumido en una desesperante y mísera pobreza.


Nota de la redacción:

Los vaivenes del peronismo o justicialismo son increíbles, pues ha pasado de un Gobierno de tipo fascista, como el de Juan Domingo Perón, a Administraciones de extrema derecha, como la de Carlos Saúl Menen, y llegando a gestiones de extrema izquierda como la de Cristina Fernández de Kirchner.

miércoles, 27 de octubre de 2010

El teatro del absurdo, por María Cecilia Cifuentes.


El teatro del absurdo,

por María Cecilia Cifuentes.


En el debate sobre el presupuesto 2011 se vive el mundo al revés: el gobierno trata de gastar menos y la oposición cuestiona cualquier recorte.

LA DISCUSION de las primeras partidas del presupuesto 2011 deja una impresión curiosa, ya que el principal argumento de la oposición para rechazar los planteamientos del Gobierno es normalmente que el gasto "crece poco". De esta forma, se objeta abiertamente que por el término de algunos programas, que tenían desde el principio un plazo definido o estén definitivamente mal evaluados, "queden trabajadores cesantes", a pesar de que es evidente que cuando alguien es contratado por un tema específico, una vez finalizado el tema, el trabajo llega a su término. Pareciera ser que lo único que importa para hacer un buen gobierno es el tamaño del gasto, más que el destino. Así, mientras más crece el gasto de un ministerio o un programa, más fácil es aprobar su presupuesto, contrario a lo que se observa normalmente en la discusión presupuestaria de una organización, con o sin fines de lucro, en que el objetivo central es lograr objetivos con el mínimo presupuesto posible. Es el mundo al revés: el gobierno tratando de gastar menos y la oposición cuestionando cualquier recorte. Esto, a pesar de que los parlamentarios deberían tener claro que en el contexto actual de la economía mundial cualquier gasto extra es financiando finalmente por los exportadores y sustituidores de importaciones, a través de un tipo de cambio más bajo. Los parlamentarios de las zonas agrícolas deberían ser los más preocupados de los niveles de gasto fiscal, si realmente estuvieran preocupados del futuro productivo de sus zonas.



Si consideramos que entre 2006 y 2010 el gasto público acumuló un crecimiento de 55% real, es evidente que lo que corresponde ahora es hacer más eficiente ese enorme crecimiento del presupuesto público, lo que va a significar, a veces, reducciones de personal. El país tiene un problema serio de productividad de factores. Ese problema no puede solucionarse si los factores no se asignan a los sectores donde son más productivos. Si se mantienen programas ineficientes, los trabajadores involucrados en ellos no están maximizando su productividad y es en bien de la sociedad que deben destinarse a otra función. El rol del Estado no es ayudar a los trabajadores por la vía de mantener empleos ineficientes, sino permitir e incentivar la capacitación de esos trabajadores. Hacer más eficiente el gasto público pasa necesariamente por readecuaciones de empleados públicos. Si el Estatuto Administrativo no lo permite, se debe modificar ese estatuto.



En la actualidad, cuando la competitividad del sector transable se está viendo seriamente amenazada por la caída del tipo de cambio real, el enfoque correcto de la discusión presupuestaria debería ser tratar de gastar lo menos posible para lograr el máximo de objetivos. En el largo plazo, la política fiscal, y no la monetaria, es la principal herramienta de la competitividad externa. Esto, por dos vías; un nivel de gasto moderado que no presione el tipo de cambio real a la baja, y una focalización del gasto hacia proyectos y programas que aumenten la productividad de los factores. Estos dos criterios deberían estar en el centro de la aprobación o rechazo del presupuesto público y, en la práctica, se ven bastante ausentes.



María Cecilia Cifuentes, Investigadora del Programa Económico de Libertad y Desarrollo.

Tomado de Diario La Tercera.

martes, 26 de octubre de 2010

Inhumanidad, por Adolfo Ibáñez.


Inhumanidad,

por Adolfo Ibáñez.



El Presidente Piñera anunció que no se seguirán aceptando las condiciones de inhumanidad que habrían prevalecido en la explotación de la mina San José. Ellas habrían causado la catástrofe que tan buen final tuvo merced a la diligente eficiencia del Gobierno y de su ministro de Minería. Dada nuestra realidad como país, es preciso ser cauto y evitar estas declaraciones cuando se trata de este sector de la economía.


Saquemos cuentas. Los pirquineros son contumaces y laboran desconociendo seguridades y prevenciones. Con herramientas rudimentarias y carretillas pueden extraer semanalmente 300 kilos de fino. Multiplicado por ocho dólares cada uno, obtienen un millón 200 mil pesos a la semana. Descontemos algunos gastos. ¿Cree el Presidente que hay condiciones inhumanas que detengan a la gente frente a estas expectativas? Paralizar la mina San José, cuyo potencial es conocido por todos, es exponerla a su desguace sistemático por parte de este tipo de laboreo.


Acto segundo. ¿Por qué funciona la pequeña minería en condiciones tan inhumanas? Porque a través de las décadas la Enami ha sentido que su misión propia es ser "el padre y la madre de los mineros" contra viento y marea. De aquí que acepte renegociar eternamente los créditos con los empresarios, con tal de evitar que desaparezca alguna faena. La Sonami aplaude en silencio esta política y las autoridades regionales siempre la aprueban, porque es el camino fácil para evitar la cesantía.


Nadie pregunta por la seguridad ni por las innovaciones tecnológicas: son asuntos caros que complican la vida y, por lo mismo, arriesgan la continuidad de las faenas. Los trabajadores aceptan el costo de estos riesgos recibiendo los salarios que se les pagan; si estos últimos son considerados bajos a pesar de su alto monto relativo, el problema radica en el nivel de ingresos del país y en la falta de mayores oportunidades. La conclusión es obvia: la pequeña minería chilena ha vivido por décadas en un congelamiento empresarial, tecnológico y laboral porque tiene asegurada su subsistencia, sin importar la competencia ni los precios internacionales.


Frente a estas realidades, hablar de condiciones inhumanas es inadecuado. Hay que plantear la subsistencia de la Enami, o redefinirla separando sus múltiples negocios para desligarlos del dinero fácil de los impuestos. Objetivos y responsabilidades claros en organismos del Estado constituyen una mejor prevención para evitar accidentes desgraciados como el de San José.

lunes, 25 de octubre de 2010

Chile: ¿mundo aparte?, por Hernán Felipe Errázuriz.


Chile: ¿mundo aparte?,

por Hernán Felipe Errázuriz.

Desde una perspectiva mundial, en Chile estamos viviendo una situación excepcionalmente positiva. Debemos asumirla con responsabilidad, sin delirios de superioridad y con realismo. Nos queda mucho camino por recorrer antes de alcanzar el desarrollo y, en un mundo integrado e incierto, no estamos exentos de las repercusiones adversas del entorno exterior.


Es cierto que en la mayor parte del planeta ronda el pesimismo, especialmente en los países más desarrollados. En Estados Unidos, aumenta la frustración; el Presidente Obama está a días de perder el control del Congreso; su estrategia de exagerar el gasto público no funcionó. Japón, la segunda economía del mundo, ya no es tal: se encuentra estancada, fue superada por China y experimentó dos abruptos cambios de Jefe de Estado en lo que va corrido del año. Gran Bretaña, después de un cambio de gobierno, intenta reconstruir su economía mediante severos e inevitables recortes presupuestarios. Alemania, Bélgica, España, Italia, Grecia y Portugal también se han visto forzados a disminuir sus presupuestos, revisar las prestaciones sociales y aumentar los impuestos.


Escribo desde Francia, donde la frustración ha desencadenado la furia colectiva: huelgas y protestas llevan una semana y no se sabe cuándo terminarán. Centenares de liceos han cerrado y sus estudiantes encabezan violentas manifestaciones por la iniciativa del Presidente Sarkozy de subir de 60 a 62 años la edad de jubilación. El sistema previsional está quebrado y, si no se limitan sus beneficios, su déficit será insostenible. Todos estos países y sus gobiernos antes se creyeron imbatibles y con fondos ilimitados.


Nada parecido sucede en Chile. Con razón el Presidente Piñera y su comitiva han sido calurosamente acogidos en Londres, Berlín y París, en reconocimiento de la estabilidad política y de los logros y proyecciones de la economía chilena. Una conjunción de positivos factores, en su mayoría incubados en reformas que se suceden por décadas, más el favorable precio del cobre, auguran para Chile un crecimiento económico cercano al cinco por ciento para este año, y aún mayor para el próximo.


Este contrapunto admirable para nuestro país es riesgoso: nos puede enceguecer. El creciente orgullo nacional puede traducirse en soberbia y prepotencia frente a los extranjeros. A la vez, la autocomplacencia puede postergar urgentes reformas pendientes para diversificar y hacer más productiva nuestra economía; para racionalizar nuestro anquilosado aparato público y para hacer más justa nuestra sociedad. Son muchas nuestras deficiencias y muy grandes los peligros provenientes de un mundo interconectado como para creernos superiores, satisfechos e invulnerables a las adversidades de la globalización.

viernes, 22 de octubre de 2010

El rescate de San José: ¿Una historia perfecta?, por Juan Carlos Altamirano.

El rescate de San José: ¿Una historia perfecta?,
por Juan Carlos Altamirano.

Como sabemos, el recate de los “héroes del Bicentenario” se transformó en un suceso mediático a nivel mundial. Todos los noticieros del planeta lo transmitieron en vivo y directo. Incluso ha sido comparado con la cobertura que obtuvieron el atentado a las Torres Gemelas, la caída del Muro de Berlín o la llegada del hombre a la Luna. Pero, ¿qué atributos tuvo la noticia de los 33 mineros atrapados en la mina San José, en Copiapó, Chile, para transformarse en un suceso mundial?


A mi juicio, fue la capacidad de los medios de hacer de un hecho noticioso una gran historia épica. La cobertura no fue un reality show, como se ha comentado. Más allá del revuelo mediático, no es lo mismo 33 mineros enfrentando la muerte, que un grupo de jóvenes compitiendo en un programa. No obstante, el rescate —desde el punto de vista de la narración informativa— tiene indudablemente aspectos cinematográficos. Son escasas las noticias que contienen todos los ingredientes dramáticos necesarios —y universales— para que los medios puedan transformarlas en una historia heroica. Desde muy temprano, los periodistas y el Gobierno se percataron de esta gran oportunidad.


Para empezar, los rescates desde lugares inhóspitos y claustrofóbicos han sido siempre un tema exitoso en el cine. Producen en el subconsciente colectivo reacciones emocionales fuertes, como el miedo ancestral al encierro. También el rescate de San José contenía un tremendo suspenso, que se prolongó por 69 días, requisito fundamental para una gran historia.


Examinemos esta progresión dramática con más detalles.


La historia se inicia con la noticia de los 33 mineros atrapados bajo tierra, y la desesperación de sus familiares por saber si están vivos. Entonces empieza la lucha contra el tiempo. Cuando la esperanza de encontrarlos está agotándose, se produce el gran milagro. Luego se establece la meta: sacarlos con vida cueste lo que cueste, mandato realizado por el propio Presidente de la República. A continuación se elabora los planes de salvataje y se inicia la confrontación con los elementos. Vemos un despliegue tecnológico de punta, donde las máquinas efrentan la resistencia de la montaña. Presenciamos durante semanas a los mineros, sus familias, a los rescatistas y autoridades, viviendo momentos de angustia y frustración, de alegría y esperanza. Paralelamente, el pequeño campamento ocupado por los familiares termina transformado en una ciudadela internacional. Finalmente, llega el clímax tan esperado: la salida y recibimiento de los “33” sanos y salvos.


También se produce otro requisito esencial para que la noticia se convierta en una historia épica: los protagonistas son personas humildes que se transforman en héroes, luchando contra la adversidad y venciendo sus propias limitaciones humanas. Por otro lado, no puede haber una buena historia sin la presencia del mal. En este caso, representada por los dueños de la mina, las condiciones de trabajo paupérrimas y la pobreza en que viven estas familias. Si a todo esto le agregamos una locación desértica en el fin del mundo, tenemos casi la historia perfecta, con la cual millones de personas pueden identificarse emocionalmente.


No obstante, estos elementos narrativos hubieran fracasado si el Presidente Piñera no hubiera autorizado el uso de las cámaras instaladas al interior de la mina, cuyo objetivo inicial era ayudar a los rescatistas. En definitiva, lo que marca la gran diferencia es que el rescate de San José es registrado paso a paso, on line, desde el interior de la mina, recogiendo las emociones de los protagonistas. Todo ello, gracias a la tecnología audiovisual actual, pero también debido a que es autorizada y promovida la cobertura completa del hecho, cosa que difícilmente ocurre en otras latitudes, por invasión a la privacidad de las víctimas y el riesgo de obstaculizar las tareas de salvataje.


Luego del éxito del rescate y de los gigantescos dividendos que obtienen los medios de comunicación, más el Gobierno y la imagen del país, habría que preguntarse cómo será el desenlace de esta historia para los propios mineros y sus familias. ¿Serán felices para siempre? Lo dudo. No es fácil, incluso para un actor profesional, acostumbrarse a la exposición mediática cuando ésta llega abruptamente. Aun más, son pocos los que no sucumben cuando las luces se apagan y la prensa los abandona. Ser víctima de la fama y aterrizar a la dura realidad puede resultar tan duro y asfixiante como estar nuevamente atrapados. Roguemos para que ése no sea el epílogo de esta gran historia.


(Tomado de Diario La Segunda)

jueves, 21 de octubre de 2010

Estado victorioso y ¿vanidoso? , por Gonzalo Rojas Sánchez.

Estado victorioso y ¿vanidoso? ,

por Gonzalo Rojas Sánchez.

Esta vez la victoria ha sido del Estado. Aplicando la subsidiariedad activa -simplemente porque los particulares no estaban en condiciones de rescatar a los 33- la maquinaria estatal y paraestatal conjugó sus mejores esfuerzos y se logró un resultado exitoso y ejemplar. Gobierno, ingeniería, salud y comunicaciones fueron las áreas más visiblemente comprometidas, aunque sería injusto olvidar a alguna de las restantes fibras del aparato estatal.


Pero ahora viene el problema, porque la expresión "esto nunca más volverá a suceder" (referida al accidente, por faltas de seguridad) puede tener muchas lecturas.


Una de ellas está sólo tácita, pero puede cristalizar fácilmente en la mentalidad de los chilenos: como todos los empresarios incurren en faltas de esta naturaleza, hay que fiscalizarlos aún más. Más control preventivo, más control regulatorio, más sanciones y más graves... ¿Del gobierno de los gerentes al de los superintendentes? El peligro está flotando en el ambiente, es una de esas sensaciones difusas pero que decantan fácilmente, porque si ha habido villanos en toda esta epopeya, esos han sido los empresarios.


¿Solamente los dueños de la mina? No, es en general la imagen del emprendedor la que ha sido dañada, menoscabada, primero por quienes incurrieron en las faltas específicas que tocará a la justicia investigar y, después, por aquellos que en cuanto pueden lesionar la libre empresa, no dudan en disparar de minero a agricultor, de transportista a industrial, de comerciante a sostenedor. De chincol a jote.


¿Quiénes están en campaña contra el libre emprendimiento? Obviamente, ciertos parlamentarios en las izquierdas, para quienes el rescate trabó su lógica confrontacional, perfectamente planeada a partir de 33 muertes que daban por selladas. Después, esos medios que han titulado e informado sólo en una línea: ser minero es bueno, pero ser empresario de la minería es malo.


Hasta ahí, lo de siempre, conocido, repetido.


Pero la novedad podría venir de ciertos actores gubernamentales y de algunos parlamentarios de la Alianza. La tentación, más allá de sus convicciones, de ser populistas y estatistas por unos días o meses, puede rastrearse desde el mismo 13 de octubre en adelante. Empujados por la victoria del Estado, podrían querer implicarlo en modos y volúmenes desproporcionados.


Esas señales le causarían un enorme daño al espíritu emprendedor de los chilenos, incluidos paradójicamente los mismos 33. Porque más que nunca se necesita revitalizar la imaginación y la capacidad de arriesgarse de miles de jóvenes que legítimamente quieren emprender. "¡Cuidado, háganlo bien!", les debe decir el Estado. Pero "¡Cuidado, Estado: déjelos hacer!", puede pedir la sociedad.


Tocqueville percibió que todo podía frustrarse si el Estado se envanecía. Lo imaginó en democracia, pero hipertrofiado, gigantesco: "Trabaja en su felicidad, mas pretende ser el único agente y el único árbitro de ella; provee a su seguridad y a sus necesidades, facilita sus placeres, conduce sus principales negocios, dirige su industria, arregla sus sucesiones, divide sus herencias y se lamenta de no poder evitarles el trabajo de pensar y la pena de vivir. De este modo, hace cada día menos útil y más raro el uso del libre albedrío, encierra la acción de la libertad en su espacio más estrecho, y quita poco a poco a cada ciudadano hasta el uso de sí mismo".


Qué lejos estamos de esa terrible profecía. Pero qué poco la conocen algunos como para evitar dar siquiera un paso en esa dirección.


Sí, esta vez la victoria ha sido del Estado, pero si a futuro no es prudente en su actuación, la derrota podría ser de todo el país.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Una imagen vale más que mil campañas, por Cristina Bitar.

Una imagen vale más que mil campañas,

por Cristina Bitar.



En nuestra historia son muchas las giras que distintos presidentes, y en distintos momentos, han hecho al exterior. En todas ellas, la tónica ha sido más bien la de salir a tocar puertas para conseguir apoyos. Sin embargo, estoy segura de que nunca antes la gira de un mandatario chileno tuvo el tono, el contenido y la recepción de la que realiza en estos momentos el Presidente Piñera por Europa. Esta vez no vamos a pedir préstamos, ni a renegociar lo que debemos, ni menos a dar explicaciones de algún proceso político en curso. Tal como los antiguos generales romanos tras la victoria, hoy nuestro gobernante recorre el viejo continente recibiendo los elogios y la admiración de un mundo que sigue atónito ante el impecable rescate de los 33 trabajadores de la mina San José: la perfección, hasta en el más mínimo detalle; la capacidad profesional de clase mundial, desde el ingeniero jefe hasta el último operario. Todo, visto por mil doscientos millones de personas gracias a este mundo globalizado.



Los cálculos sobre lo que habría costado poner a Chile en todos esos televisores hablan de montos cercanos a los diez mil millones de dólares, pero si sumamos el valor del contenido de esas imágenes, las cifras se disparan a una dimensión a la que el dinero no llega. Lo importante aquí es que esas imágenes y esa verdadera epopeya estuvieron impregnadas de valores transversales para todos, como la unidad, la fe, la capacidad de enfrentar grandes desafíos, la innovación y la esperanza de alcanzar el éxito. En un mundo competitivo y demandante, uno de los pocos elementos que realmente importan son los resultados y, en el caso de lo ocurrido en Copiapó, todo se conjugó para que éste se tradujera en éxito.



Por eso, Chile tiene hoy una oportunidad que se grafica en esta gira presidencial. El mundo ya nos conoce por nuestra esencia: un país minero con un capital humano sobresaliente y una clase dirigente que ya se la quisiera cualquier democracia occidental desarrollada. Sin embargo, hoy nos quiere conocer un poco más. Saber cómo fuimos capaces de llevar adelante una hazaña como la de estos últimos meses y triunfar incluso cuando todo apuntaba al fracaso. Hemos logrado algo difícil: entramos en el radar a una escala global, como nunca antes en nuestra historia.



Lo anterior nos supone un desafío tremendo: tomarnos esta oportunidad en serio y aprovecharla al máximo en pos de nuestros objetivos nacionales. La frase “hacerlo a la chilena” ya no es sinónimo de imperfección, ligereza o chambonada; ahora es un sello de calidad validado por cómo hicimos el rescate de los mineros. No podemos desaprovechar este momento: nuestras exportaciones tienen que redoblar su calidad, tenemos que ponernos como vara de medida los últimos acontecimientos. Ese debe ser, a partir de ahora, el nuevo estándar que define todo nuestro quehacer económico, social y cultural.



A la fecha hemos invertido importantísimas sumas de dinero en desarrollar campañas de imagen país que permitan mostrar a Chile en el exterior. Pues bien, el objetivo lo conseguimos emergiendo de las entrañas de la tierra en una cápsula denominada Fénix. En esta cápsula, y junto con nuestros mineros, salieron a la superficie valores olvidados, como el liderazgo y el esfuerzo que se necesita para hacer las cosas bien. El Presidente Piñera supo tomar decisiones difíciles en momentos en que las posibilidades de éxito eran casi nulas; el ministro Golborne lideró el rescate, exhibiendo una capacidad de conducción que demuestra por qué es uno de los mejores ministros y gerentes de América Latina, y André Sougarret ejecutó una planificación compleja, que culminó con una labor técnica de clase mundial. Aquí está la identidad de Chile. Ya no es la de un país mediocre, ni menos de uno que sale a dar excusas y explicaciones de sus triunfos morales. Al contrario, Chile es hoy un país que, en la Fénix y de la mano de 33 trabajadores, está, por fin, emergiendo del subdesarrollo. Esa es hoy la imagen de Chile y no es una campaña publicitaria: es pura y simplemente la realidad.

martes, 19 de octubre de 2010

Teoría y práctica, por Pablo Rodríguez Grez.


Teoría y práctica, por Pablo Rodríguez Grez,

Decano Facultad de Derecho, Universidad del Desarrollo.


Muchos de nuestros problemas se agudizan porque las soluciones que se adoptan están subordinadas a la teoría y son ajenas a la práctica. La confrontación entre "teóricos" y "prácticos" no es nueva; ésta se presenta habitualmente, en especial respecto de actividades profesionales y técnicas. La teoría, en sus niveles más elevados, tiene origen en diversos centros de estudio, principalmente lejos de nuestras fronteras, casi siempre elaborada sobre la base de realidades absolutamente ajenas a nuestra idiosincrasia, historia y desarrollo. Nadie puede poner en duda su importancia y los avances que ella permite alcanzar, pero nadie, tampoco, puede desconocer que, tratándose de las ciencias sociales, la teoría debe asumirse con prudencia y equilibrio porque ella estará siempre subordinada a la realidad imperante. De aquí la justa desconfianza que despiertan los "tecnócratas", ante el encantamiento de que son objeto y la pérdida, no pocas veces, de sentido común que, como bien se ha dicho, es "el menos común de los sentidos". Lo que advertimos, en el campo de las ciencias jurídicas, se hace cada día más patente, gracias, creo yo, a la creciente influencia del derecho anglosajón que gravita poderosamente en ciertos sectores. El atractivo que este sistema provoca generará un híbrido al mezclarse con las instituciones milenarias de nuestro derecho romano continental.



A propósito de este planteamiento, en orden a que la reforma procesal civil no debe asimilarse a los principios y los caracteres de la reforma procesal penal, porque se trata de cosas sustancialmente distintas, han surgido voces que reclaman una innovación profunda que introduzca políticas de desjudicialización, fomento del arbitraje, procedimientos según el tipo de conflictos, fortalecimiento de la asistencia judicial, ampliación de la informática, mediación, etcétera. Asimismo, se reclama la introducción de principios como la oralidad, la publicidad, la inmediación, la concentración. En suma, un remedo del procedimiento penal en actual aplicación.



Los teóricos, a nuestro juicio, están, una vez más, equivocados, porque desatienden una larga tradición que ha ido forjando una mentalidad propia que no debe desdeñarse. Los conflictos civiles, por lo general relativos a intereses patrimoniales, envuelven, las más de las veces, una discrepancia interpretativa o un enfoque diferente acerca del funcionamiento de una institución jurídica. Se trata, entonces, de una cuestión que excede lo meramente fáctico (aspecto que predomina en materia penal), y que supone una reflexión que no se agota en una o varias audiencias en las cuales ha de predominar lo espontáneo y circunstancial. Tampoco es preponderante la presencia permanente del juez ni la publicidad en todas sus etapas. Lo que debería interesarnos es contar con jueces idóneos a la hora de decidir, con procedimientos expeditos que excluyan el abuso dilatorio, con medios de prueba acordes con el avance tecnológico y, sobre todo, con tribunales que estén en condiciones de abocarse a sus tareas sin escollos paralizantes como consecuencia de un recargo de trabajo imposible de superar.



Las "grandes reformas" al estilo del "Transantiago" o de los "tribunales de familia", en lugar de resolver el problema, lo empeorarán. Lo que se requiere es espíritu práctico, no derrochar recursos ni introducir principios que no apuntan a hacer más eficiente la política judicial. El éxito del procedimiento penal -si es que cabe esta calificación- se mide en función de la antigua justicia del crimen, y en este plano toda comparación es inútil, porque los viejos tribunales habían colapsado y subsistieron varios años en condiciones deplorables. Lo que hoy se necesita con mayor apremio es liberar a los tribunales civiles de funciones administrativas, que absorben más del 80% de su actividad (juicios ejecutivos); asegurar la calidad profesional de los jueces (preparación especial); controlar el desempeño de los abogados (imponiendo habilidades y destrezas específicas a quienes abracen la actividad forense); eliminar todo vestigio de influencias ajenas a la judicatura (como ocurre con el actual régimen de los abogados integrantes), y crear nuevos tribunales que sean capaces de atender con fluidez la creciente demanda ciudadana en este ámbito.



Otra alternativa nos llevará años de discusión, y es de presumir que terminaremos con un sistema moderno para los "teóricos" e ineficiente para los "prácticos". Es difícil enfrentarse a la moda vigente, a lo que se considera adecuado al tiempo en que se vive, porque será siempre más atractivo lo nuevo y desconocido, tanto más si ello está avalado por un bagaje teórico. Sin embargo, muchas veces Chile ha debido dar un paso atrás y a un muy alto costo. Me temo que esta vez ocurrirá lo mismo.

lunes, 18 de octubre de 2010

Nuestra respuesta a las palabras de Piñera en Portugal.....

(Mario Montes, Director de Reacción Chilena)


“Chile será recordado y reconocido no por Pinochet, sino como un ejemplo de unidad, liderazgo y coraje, fe y éxito”.

Sebastián Piñera en diario británico The Times.





Es un asunto de un tipo bastante ambivalente, pues la afirmación Presidencial es falsa en su primera parte, el País ni el mundo pueden dejar que se olvide la gigantesca obra refundacional y de reconstrucción del Gobierno Militar, así como tampoco puede haber alguien que no concuerde con la segunda parte de la frase en la que hace mención al titánico proyecto de levantar nuestra Patria después del terremoto de febrero y al rescate de los mineros que pasaron 69 días atrapados en las profundidades de la mina San José.



No hay duda que la percepción sobre Chile, además del reconocimiento como país, se han modificado después de la paupérrima gestión del Gobierno anterior y del pésimo manejo de la emergencia provocada por el terremoto de febrero de este año, la que en todas partes ha sido contrastada por el profesionalismo, la determinación y la fuerza que el Presidente Piñera imprimió a la búsqueda y posterior rescate de los mineros que contra todo pronóstico fueron rescatados en un estado de salud bastante aceptable.



El Señor Presidente, que es un agudo analista, no podrá desconocer que el Gobierno Militar llegó al poder tras el clamor popular que rechazaba el intento totalitario de Salvador Allende, ni tampoco sería razonable que tratara de ocultar que Chile fue asolado por la Unidad Popular que intentaba aherrojarnos por medio del hambre, que transgredía a diario la Constitución y las Leyes y que conducía al país a una guerra civil con la que pretendían eliminar a los “contagiados” por la vida burguesa.



Tampoco sería lógico que el Primer Mandatario tratara de obviar el verdadero salto al futuro que dio nuestra Patria bajo el Gobierno que encabezó el General Pinochet, poniendo el esquema administrativo del país al día, abriendo la economía al mundo, fomentando al sector privado y logrando un crecimiento económico desconocido en los últimos 50 años, mejorando la infraestructura para que nuestros productos pudiesen salir a los mercados exteriores a competir de igual a igual con economías gigantescas.



El Presidente Sebastián Piñera no puede dejar de desconocer que los uniformados, de las tres ramas de las FFAA y la policía Uniformada dictaron una moderna Constitución, la del 80, que fue ratificada en el plebiscito el 11 de septiembre de 1980, estableciendo un régimen transitorio, con los tiempos definidos para su completa entrada en vigencia, con un calendario claro, que se consumó con el plebiscito, en el que el país decidió por la alternativa de elecciones libres, las que perdió y respeto el triunfo de la oposición.



El Gobierno nacido del Pronunciamiento del 11 de septiembre de 1973 respetó en forma indiscutible su promesa de regularizar el funcionamiento del país, de reconstruir una economía que había sido destrozada por políticas socialistas ineficientes y desafortunados manejos, puntillosamente cumplieron con combatir al terrorismo, gatillado y financiado por potencias extranjeras, como una manera de dar seguridad a una ciudadanía que había quedado desmoralizada por el terror impuesto desde La Moneda.



Hoy todos quieren “vestirse” con el ropaje de los éxitos derivados de las políticas implementadas por nuestros hombres de armas, sin olvidar a un malandrín que se apropió de la Constitución, que decían abominar, después de hacerle unos cambios de tipo cosmético, y que fue re promulgada con la firma de sujetos que no habían tenido papel alguno en la recuperación de la democracia, que se opusieron al sistema económico, pero que nada hicieron por modificarlo, a pesar de sus promesas.



El Presidente Piñera no puede obviar, porque sería inmoral que lo hiciera, que durante los 20 años de la concertación el país funcionó primero por el impulso que le imprimió al país la Administración Pinochet, para comenzar a estancarse en el Gobierno de Frei Ruiz Tagle, proceso que se agudizó en el de Ricardo Lagos, para terminar el Gobierno de la Señorita Michelle Bachelet que terminó con un importante decrecimiento de todos los indicadores que miden el ascenso de los países.



Aunque duela a muchos de los que hoy son aposición, e inclusive a muchos de los que están Gobernando con el Presidente Piñera, el camino al progreso del país se logró con un precio miserable del cobre, con una Administración sabia que redujo la burocracia y estableció cánones especiales de productividad, reconstruyó, sacándolo de la quiebra, el país económica, política, social y moralmente entregándoles a sus sucesores, elegidos democráticamente como lo establece la Carta Magna, un país mejor que el que teníamos.



Señor Presidente no consideramos una buena determinación que usted siga “avalando” con sus palabras una grotesca falsificación de nuestra historia reciente, como la que han realizado los concertados para prolongar su presunta victimización, seguir desangrando el presupuesto nacional con indemnizaciones obtenidas por medio de una impostura, ni que siga ratificando una inhumana vendetta ejercida por las izquierdas internacionales contra aquellos que le infringieron una derrota de muerte al imperialismo soviético que terminó desmoronándose sin pena ni gloria.

sábado, 16 de octubre de 2010

Simplemente asombroso, por Sergio Melnick.


Simplemente asombroso,

por Sergio Melnick.



Empiezo a escribir esta columna apenas instantes después de que el primer minero llegara finalmente a la superficie. Hemos sido testigos instantáneos, oculares, de una proeza del genio humano; quizás también de un milagro, ¿por qué no? La emoción es inmensa y ahoga. Pero el asombro lo es aún más. ¿Puede todo esto haber sido realmente verdad? Más bien parece un sueño con final feliz. Las reflexiones, entonces, son obligadas y alcanzan demasiados ámbitos.



El primer alcance es acerca de la tecnología. No sólo está la enorme competencia profesional de haberlos encontrado y haber, primero, establecido una línea de vida y, luego, construido un ascensor salido de un libro de ciencia ficción, sino que además está el increíble fenómeno comunicacional. Tuvimos una apreciación literalmente “aumentada” de la realidad, algo que no podríamos jamás haber visto en forma directa. Pudimos, al mismo tiempo, ver llegar al Fénix a las entrañas de la montaña y ver lo que pasaba arriba. Y, como es común en las transmisiones de televisión hoy, teníamos muchas miradas: familias, autoridades, rescatistas, máquinas y todo lo demás. Yo estaba en el norte, en la montaña, en un lugar donde no había televisor, pero lo vi todo igual por internet. Lo vieron cientos o miles de millones de seres humanos en directo. Esa nueva forma de realidad aumentada es completamente nueva en la historia (digamos de las últimas dos décadas). Si alguien aún cree que la Mátrix es pura ficción, se equivoca.



El segundo alcance es acerca del ser humano. Aquí se combinó todo. La voluntad, la nobleza, la adaptabilidad, el dolor, la imperfección, la genialidad, la desgracia. Aparecieron las historias de los anónimos que antes a nadie le interesaban, pero ahora sí. Aparecen de pronto las comparaciones ingratas. ¿Por qué a estos mineros les cambió la vida y a otros que son exactamente iguales no? Aparece la reflexión del destino, también de la justicia esencial. A modo anecdótico, vimos al Presidente dar los mejores y más sinceros abrazos que haya jamás dado, y eso le cambiará la vida para bien. En estos meses, muchos se acordaron de su Dios, que estaba olvidado. Se lloraron lágrimas acumuladas por años. Se hicieron promesas íntimas para ser mejores. El amor y la amistad fluyeron como nunca.



Pero el tráfago de la vida en el siglo 21 es demasiado rápido y abrumador. Este clímax estará olvidado para el verano. Las lecciones estarán mal aprendidas, los errores seguirán igual. El terremoto, que fue aun más grave, ya no está en la agenda de las noticias, salvo por hechos esporádicos. El Bicentenario se desvaneció. La roja de Sudáfrica también se olvidó. La huelga mapuche, que agobió, ya ni se menciona.



El tercer ámbito es la política chilensis. Cuando se presumía la desgracia, las acusaciones volaron por doquier. Los empresarios eran codiciosos; los funcionarios públicos, irresponsables; los gobiernos, incompetentes, y en fin. Todos sacaron las ventajas que pudieron. La mano firme de Piñera fue notable; su foco en la acción y los resultados fue su tono. Y los encontraron. Todo entonces cambió de raíz. Rápidamente todos se alinearon. Los más odiosos se callaron. Las urgencias se juntaron con lo importante. El país estuvo unido, sin odiosidades, con compromiso y resultados maravillosos. Todo fluyó: recursos, talento, decisiones, intenciones, soporte. Codelco fue amado. Parecíamos un país del siglo 21. Es decir, cuando se quiere, se puede, pero ¿por qué se quiere tan poco? ¿Por qué se olvida todo tan pronto?



No cabe duda de que la voluntad y capacidad ejecutiva de Piñera fueron decisivas, que su gabinete era de verdad y que todo eso será merecidamente reconocido en el apoyo en estos meses. Eso mismo entonces gatillará la pugna tradicional, que volverá tan rápido como se fue.



La pregunta es clara: ¿dónde están los hombres y mujeres sabios de Chile?



A propósito del Bicentenario y esta increíble proeza nacional, Piñera, junto a todos los partidos, deben quizás convocar a esos hombres y darles un rol institucional para guiar la partida del camino a los próximos 200 años. Un consejo de sabios, de esos que sí entienden del bien y del mal.



Pero nuestra política, con las debidas excepciones, no es realmente sabia. Es más bien mediocre, está muy desprestigiada. Es demasiado cortoplacista y quizás muy egoísta. Necesita levantar la vista, para que de estas grandes crisis sepamos aprender. Pero, francamente, no estoy optimista, aunque seriamente quisiera equivocarme.